miércoles, 20 de junio de 2007

La Majestad Del Poder

Me resulta desconcertante que dentro del código de procedimiento penal vigente en el país existan artículos tan singulares como el 230,231 y 232, en los cuales se califica como faltas graves los ataques verbales que se realizan al Presidente de la República como un atentado a la majestad de su poder. Pero más desconcertante que su existencia me resulta más absurda su aplicación.
La semana anterior de detuvo y recluyo al Sr. Mauricio Ordóñez bajo el crimen de realizar gestos obscenos y en completo estado de embriaguez a la caravana presidencial. El acusado negó enfáticamente los hechos, pero de nada sirvieron sus aseveraciones igual, acabo con sus huesos en la cárcel.
Dudo que el economista Rafael Correa haya ordenado la aprensión del mencionado individuo. Sus diferentes disputas con la Prensa, hace que todos los días este en el ojo del Huracán, un desatino de ese alcance no solo puede menguar su popularidad, también puede cambiar la percepción que tiene la gente de su mandatario; de persona con ideas nuevas y ansia de cambio a una burda imitación de los vicios de antaño. Además seria otorgarle a los medios las armas que imprimen noticias que no siempre necesariamente informan.
La orden de detención lo más seguro partió de alguno de aquellos segundones con ganas de protagonismo. Que al percatarse de su error, ya era demasiado tarde. Tanto es así que el Sr. Presidente visito a Ordóñez para presentarle las excusas pertinentes, así como también asegurarle que se tomaran las medidas necesarias para castigar tamaña arbitrariedad.
Sinceramente fue un craso error del gobierno la detención de Ordóñez haya realizado o no los gestos que se le imputan. El régimen debe ser más tolerante. No se puede pretender que todos piensen de la manera oficial o que todo el mundo tenga que rendirles pleitesía. La vanidad nubla la visión real de las cosas. La arrogancia y el exceso de confianza son pecados que a la larga se pagan caros.
Volviendo al tema de los artículos es potestad de los ciudadanos mostrar la inconformidad ante los mismos. Dichos artículos no solo son inconstitucionales, atentan los derechos fundamentales de las personas y de las sociedades libres. Son propios de estados absolutistas, totalitarios y fascistas, donde las sociedades claudicaron en nombre de la brutalidad.
La majestad del poder, palabra que sirve para designar a Dios, reyes y emperadores, nada tiene que ver con los estados democráticos, en los cuales todos los habitantes son iguales ante la ley sin ser más o menos que otro.


Francisco Martínez Semanate
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Quito-Ecuador

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