Antes que llegue el día...

Horas antes de las elecciones tengo que confesar, que no vote por el Ecom Rafael Correa en la primera vuelta electoral del año pasado; no me convencía como candidato y su programa de gobierno no me parecía el más idóneo para el país. Vote por una tendencia similar, más volcada hacia la Socialdemocracia que a principios de campaña dominaba las encuestas. Al terminar la primera vuelta electoral y constatar los resultados: no diría que me sobrellevo la sorpresa, pero sí la incertidumbre. Ante los dos finalistas era más que obvio que me iba a decidir por Correa; nunca en la vida me permitiría votar por aquel candidato que en todas sus campañas sube el precio de la harina para financiarlas, además la única virtud que encontré en este candidato es la capacidad que tiene, de ser el propio artífice de sus derrotas ante la cantidad de incoherencias que dice y promulga.

Al empezar el nuevo gobierno el estilo confrontador del presidente no fue bien visto por los medios. Talvez estos, anhelando tiempos de aquel que con un bajo perfil y el poder oculto de las palabras nos concedían una paz pírrica y ser victimas, testigos del mayor atraco, que trajo el destierro para algunos y la miseria para otros. O de aquel otro que solo habría la boca para decir estiércol, el que luego seria rectificado, el que la palabra traición lo define.

Es cierto que no fue muy limpio del gobierno lograr debilitar a la oposición con la destitución de 57 diputados y conseguir así la adhesión ciudadana para la realización de la Asamblea Constituyente, pero también es cierto que no se respeto la voluntad del pueblo, al este manifestarse en las últimas elecciones en donde el voto nulo para diputados fue el ganador en 19 provincias .Al no sentirnos representados, ¡no es claro que pretendemos un cambio! Pero en el camino es lleno de subidas y peripecias. Con unos medios de comunicación que toman la posta de la oposición , que cada palabra del Presidente lo toman como una afrenta, muchas veces desviándose de su verdadera razón de existir como mediadores del poder y orientadores de la masa , tomar partido no clarifica la verdad.

La Asamblea Constituyente no es la panacea, ni la solución a nuestros problemas. Es el instrumento que poseemos para reglamentar el cambio que pretendemos. El país que queremos debe fundarse bajo normas claras y justicia social. Basta ya de esos vendedores de sueños que olvidaron las promesas ante la oportunidad de beneficiarse. Mientras llega el día aguantemos con fuerza la agonía de la cofradía de los pocos, esos que creen que somos felices con las migajas que nos lanzan. Es el momento de ir juntos por nuestra propuesta, votemos con la conciencia y la certeza que el país que soñamos empieza ahora.

Francisco Martínez Semanate
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