miércoles, 11 de junio de 2008

A propósito del 5 de junio

Hace pocos días celebramos un aniversario más de la implantación de la Revolución Liberal, no faltaron en todo el país los actos conmemorativos a la fecha cívica en cuestión, además de los respectivos homenajes por parte de todas las autoridades de la República. Lo que más impresiono fue los ríos de tinta y verborrea por parte de los editorialistas de los diversos medios informativos que para solemnizar la fecha, destacaron la imagen y el legado de su más ilustre prócer: Gral. Eloy Alfaro Delgado e intentaron por todos las explicaciones posibles enfatizar que el máximo icono de la Revolución Liberal Ecuatoriana no tiene nada que ver con el gobierno de la Revolución Ciudadana que pretende utilizar su efigie como símbolo de la misma .
Son muy ciertas todas las aseveraciones que dicen que Eloy Alfaro no fue un socialista, fue un liberal radical que hizo de esa tendencia su razón de ser y existir. Por esos ideales y el establecimiento de los mismos ofrendo su vida trágicamente terminada en el arrastre e inmolación del 28 de enero de 1912, en donde un pueblo enardecido influenciado por algunos sectores de la prensa y sobre todo por los pulpitos no tuvo ningún consentimiento en cometer una barbarie que se ha ganado el desprecio de la Historia.
Al recordar aquel 5 de junio 1895 tenemos la radiografía de un país devastado por 20 años de gobiernos “progresistas” en donde la clase política en debacle, aliada con los terratenientes de la sierra, los exportadores de la costa, la burguesía de los grandes centros poblados y una Iglesia parásita se habían festinado los fondos y recursos de la nación, en la cual la corrupción, las luchas fratricidas, la traición y las trincas políticas habían deteriorado la vida y paciencia del pueblo. Era momento de un cambio radical y es entonces cuando la figura y visión de Eloy Alfaro le daría para posteridad la mudanza que el Ecuador requería y necesitaba. Este cambio no fue fácil, tuvieron que correr ríos de sangre para imponer esta nueva concepción del mundo, recordemos que el último país de Latinoamérica en adoptar el Liberalismo fue precisamente el nuestro, por lo que había mucho que bregar ante algunos políticos y una Iglesia que se negaba a perder sus privilegios. Ante las victorias de Gatazo y San Miguel de Chimbo y la rendición de Cuenca, Alfaro convoca a la asamblea constituyente que elaboraría la Constitución de 1896 que lo reafirma en el poder .La nueva Carta Magna no tiene mayores cambias que su antecesora, algunos de ellos es no citar el Nombre de Dios, romper con el concordato con la Santa Sede, así como también la separación de la Iglesia con el Estado. Esta nueva carta no fue del agrado de los conservadores que levantaron focos de insurrección, que a la postre serian sometidos. Es durante la segunda administración de Alfaro (1906-1911) donde se establecen los cambios esenciales que darían forma al Estado Moderno. La Constitución de 1906 establece: El laicismo estatal y educativo; libertad de cultos; Completa separación del Estado con la Iglesia así como la confiscación de sus bienes incluidas las propiedades de manos muertas; matrimonio civil, divorcio y la creación del registro civil; acceso de la mujer a la educación y el trabajo; reivindicación de los indígenas, aunque esto solo de manera superficial. Todo esto le ganaría más enemigos inclusive entre las huestes liberales que a la largo serian los que prepararían su camino al cadalso.
El gobierno de la Revolución Ciudadana toma a Eloy Alfaro no como un referente, ni como un seguidor de sus políticas; lo toma como un símbolo de cambio. Del cambio de época que estamos viviendo este momento. La situación actual del país tiene similitudes a la de 1895 aunque los actores sociales han cambiado sus contenidos son los mismos. Hemos vivido 28 años de una democracia espuria, donde las mafias partidistas han ocupado alternadamente el poder ante la vista y paciencia del pueblo. Aunque muchos lo nieguen “la larga noche neoliberal” existió tanto así que ahora nuestra moneda es el dólar, sí no tuvo mayor influencia fue porque el pueblo y los movimientos sociales se lo impidieron. Los que usufructuaban del dinero y trabajo de los ecuatorianos tuvieron su agosto, pero hoy se están tomando las medidas para frenarlos. Tenemos el sueño de lograr una Patria justa y solidaria con todas las ventajas que eso conlleva. Los cambios son duros y habrá muchos que no quieran aceptarlos, pero el clamor de la nueva sociedad es más grande y sabremos superarlos porque como decía el Viejo Luchador: “La hora más oscura es la que antecede al alba”.
Francisco Martínez Semanate
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